A
finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva
York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus
barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos,
creandose así una identidad propia en la calle. Estos
chicos escribían para sus amigos o incluso para sus
enemigos. Quizás el ejemplo más significativo
y a la vez el más conocido por todos sea el de Taki
183, un chico de origen griego que a la edad de 17
años comenzó a poner su apodo. Su verdadero
nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo “Taki”)
y 183 era la calle donde vivía (poner el nombre de
la calle fue un elemento usado por muchos más escritores).
Taki trabajaba como mensajero y viajaba constantemente en
el metro de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto estampaba
su tag (firma) en todos los lados, dentro y fuera del vagón.
El no lo consideraba como algo malo, de hecho respondía
así a las preguntas que le formularon en una entrevista
en el New York Times: “Simplemente
es algo que tengo que hacer. Trabajo, pago mis impuestos y
no hago daño a nadie”. Estos actos le convirtieron
en un héroe y poco después cientos de jóvenes
empezaron a imitarle.
Algunos
de los escritores también destacados de aquella época
fueron: Frank 207, Chew 127, Julio 204, Bárbara 62...
En principio no buscaban estilo, sólo querían
aparecer por todos los lados. Es a partir de aquí cuando
surgió el boom y cientos
de adolescentes comenzaron a poner su nombre por toda la ciudad,
haciéndose necesaria la creación de un estilo,
tanto en la caligrafía, como en los métodos
de ejecución o incluso los lugares utilizados para
dicho fin. Por ejemplo, Soul 1, un escritor de la zona de
Manhattan, se dedicó a escribir su nombre a media altura
en los laterales de los edificios. Tracy 168 citaba: “Eran
inalcanzables para el resto de los humanos. Parecía
que podía volar”. También podríamos
destacar la anécdota de Bama, cuyo deseo por superar
a los demás en cuanto a emplazamiento de sus pintadas
le llevó a intentar escribir su nombre en lo alto de
una montaña situada en el norte del estado de Nueva
York. Cual sería su sorpresa cuando al apartar los
ramajes y limpiar la superficie vió que se le habían
adelantado: “¡Mierda!”. Se lamentaba el
muchacho. Un caso muy sonado fue el de Seen al pintar su nombre
en letras gigantescas en el mismísimo letrero de la
colina de Hollywood.
En cuanto a la caligrafía, en principio se utilizaba una bastante legible, hasta la llegada a Nueva York de un graffitero de Filadelfia llamado Top Cat, quien afirmaba que todo lo que sabía sobre graffiti lo había aprendido en el legendario pan de maíz de Filadelfia. Escribía su nombre en letras finas y alargadas muy juntas. Eran difíciles de entender, pero precisamente esto las hacía destacar de las demás y llamaban la atención del resto, por lo que un gran número de escritores de Manhattan adoptaron su estilo y lo bautizaron como “Broadway Elegant”. Como contra, algunos escritores de Brooklyn inventaron su propio estilo, que consistía en letras más separadas adornadas con corazones, flechas, espirales... Y, por supuesto, el Bronx también tuvo su periodo de popularidad de estilo cuyo resultado era la mezcla de los dos anteriores. Aunque hay que decir que al final cada escritor optó por la creación de su propio estilo. Llegó un momento en el que el amasijo de firmas era tal, que surgió la necesidad de concentrarse en el tamaño y color de las letras, surgiendo así los primeros tags con “outline” (filete o línea de borde) iniciados por Super Kool y que más tarde Phase 2 perfeccionó dando como resultado unas letras más gordas perfiladas y coloreadas: bubble letters o letras pompa. De aquí posteriormente nacieron los ya famosos throw up o vomitados, que como su nombre indica, son piezas espontáneas y de realización rápida. Otro tipo de letras son las block letters, perfectamente legibles similares a los rótulos. Pero el afán competitivo va más allá, y la obsesión por conseguir popularidad y respeto llega a una complejidad artística tal que las letras empiezan incluso a ser difíciles de entender, culminando así en el estilo más genuino del Bronx: Wild style o estilo salvaje. |
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